Una ruta mágica en Laza
Emprendo mi aventura sin par por tierras de Galicia, en Laza (Ourense).
Cabalgamos en rocín de 4 ruedas, blanco y con tantos años como el inmortal Rocinante. Me sirven como escuderos mi marido y mi hijo Pablo. Ellos no lo saben, porque siempre se piden ser los protagonistas.
Nos dirigimos a la vieja “venta-casa-castillo”, de los abuelos de mi amiga Pilar. Vamos a una aldea de la montaña de Laza. Nos aseguran que se llama Camba, pero yo creo que más bien es la puerta a las nubes y de ahí, al mismísimo cielo. Se encuentra a una altura sobre el resto del mundo, de 1500 metros.
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Nos vamos elevando poco a poco, mientras el bosque nos mira con ojos de curiosidad. Sobre todo los carballos y castaños, se nos muestran serios y majestuosos. Ellos son los reyes del lugar, los más ancianos, los sabios. No me cabe duda que fueron Druídas en otros tiempos. Se quedaron ahí, observando, a través de los siglos, vencedores de romanos y demás malandrines.
La montaña juega con nosotros y se contonea mil veces, apareciendo y desapareciendo el camino. Y continuamos la subida, pensando que los gigantes y Malambuno han hecho desaparecer el lugar mágico de nuestro destino,.
Cuando la realidad se ha convertido en nubes, susurros de viento y nieblas movedizas, en un recodo misterioso, aparece un pequeño camino con un letrero donde pone CAMBA.
Todo está en silencio, y las casas se repliegan en sí mismas. Pero tenemos la suerte de que los perros palleiros de la zona, salen a saludarlos alegremente. Están felices de ver niños para jugar, husmear y rebuscar todo tipo de chuchearías que les traemos.
Nos refugiamos en el regazo de la vieja casa . Encendemos mil fuegos, como los celtas, y la noche se ilumina con la magia del lugar.
Al día siguiente, durante el paseo, salen a saludarnos los lugareños mientras nos llevan a casa el producto de temporada: verdura blanca, o castañas o lechugas, manzanas, filloas, carne de caza, etc.
Les puedo asegurar que, en esos días, fuimos los dueños del mundo.
Alejandra Garrido
Bien Alejandra por la narración de la Galicia profunda.
Que distinta es la costa, dos mundos , un pais.