Mi suegra Elvira: Las meriendas con Piluca
-Yo cada mañana tomo los yogures esos que anuncian por la tele, para los huesos de las viejas y no veas como me muevo…
-Pero Elvira, si son para gente mayor.
-Hay que prevenir Piluca.
-Yo soy más de las botellitas esas de “Maribel” de la “casa inútiles” para defender a las defensas humanas por dentro del organismo.
-No los tomes Piluca. Porque si te metes defensas de fuera, no te salen las tuyas.
-¿Y eso quien te lo dijo?
-El hijo de Merceditas.
-¿Merceditas?
-Si mujer, aquella chica morena que ya de joven parecía una jirafa preñada, con los dientes torcidos y un corte de pelo a lo marimacho.
-¿No sabía que Merceditas tuviera un hijo que había estudiado para médico?
-Si, para médico de los cánceres.-Pero si decían que no era muy listo.
-Nooo, el que tú dices es el mayor, el que trabaja en la Administración Pública.
-Ah, ya me parecía.
-Luego tiene otro que es periodista.
-No. Merceditas comenta que es periodista, y al parecer estuvo estudiando la carrera, pero al no poder terminarla, le compraron un kiosco y ahora vende periódicos.
-Merceditas siempre fue un poco chulita y presumida –Comenta Elvira bebiendo muy fina un sorbito de su café con leche.
-Es cierto…
-Cuando se casó con Manolo, nos hizo creer a todas, que su marido era técnico especialista de la construcción… Pensábamos que era arquitecto o “apajareador”.
-¡Ah, si, yo también lo había escuchado!
-Pues no… Albañil de los de toda la vida.
-¿Y tú como lo sabes?
-Porque un día paseaba mi Charo sencilla y natural con su minifalda y sus coletas, por debajo de un edificio en construcción, y de pronto escucha: “Nena, si fueras un banco te lo metería todo a plazo fijo”
-Ay… Por favor ¿Eso le dijeron a la chiquilla?
-Como te lo estoy contando. Ella miró para ver quien era aquel guarro y… vio a Manolo, el marido de Merceditas.
-Que cerdo asqueroso y “desgenerado” –Comenta Piluca cogiendo un buen pedazo de pizza.
Mi suegra asintió con la cabeza mientras saboreaba su propio trozo de pizza a dos carrillos.
-Le dijo todo eso a la chiquilla porque no la reconoció –Añade Elvira- Tu ya sabes, Piluca, que mi Charo era muy mona y tenía mucho tirón de pierna y unos mofletes muy bonitos…
-Si es verdad –Responde Piluca entrecerrando los ojos.
-Fíjate si era deseada por los hombres, que cuando estuvo estudiando en Madrid, andaban detrás de ella los hijos de dos ministros y también el director de una fábrica de patatillas…
-No sabía…
-Si, luego, más tarde la muchacha se enteró que el de la fábrica estaba casado… No veas lo que sufrió. La chiquilla se había hecho ilusiones.
-Es normal, pobre criatura.
-Cuando volvió en Semana Santa venía gordísima por la ansiedad y tanta patatilla como se había comido ¡Su padre un disgusto! La mandamos a Londres para una dieta adelgazante y al cabo de una semana regresó, ya sin barriga…
-Si, la barriga afea mucho, sobre todo, a medida que van pasando los meses…
Las dos amigas continuaron merendando en silencio, mientras contemplaban las islas Cíes desde el mirador de la cafetería.
Texto e Imagen: Miguel A. Méndez González
Autor: “El aliento de Cristal”
alientodecristal@gmail.com
Divertida y diferente no nos cansamos de leer las aventuras de Elvira
Adelante y muchos éxitos.
Cada día más entretenida.
Saludos.
Mi suegra me habló de esta otra suegra y debo reconocer que he pasado un rato divertido leyéndola.
Lo dicho, un relato muy entretenido.
Maika.
Esta suegra Elvira tiene unas salidas tremendas. Siempre me saca una sonrisa.
Ana.
Por falta de tiempo no puedo entrar todos los días en la Revista y ver lo que publica, pero hoy he leído lo que ha escrito y me parece muy bueno, no tiene desperdicio.
Enhorabuena
Atentamente
Guadalupe Aguilera.
Cuantas verdades pueden esconderse en un relato de humor. Lo que en ocsiones no decimos por pudor, aquí queda perfectamente reflejado.
Saludos.
Bueno, bueno… No dejan títere con cabeza.
También en la vida real hay mucha cotilla…
Divertido, como siempre, que es lo que necesitamos: reírnos.